1- Las personas tercas son incapaces de mirar los propios errores, cuando ven que algo salió mal, en vez de aceptar que tuvieron la culpa, la reparten entre los demás. Hacerles ver que están haciendo las cosas mal nos puede llevar muchos esfuerzo, largas horas de trabajo para convencerlas, y con poco éxito.
2- La persona terca mucha veces tiene poca auto-estima, para ella el reconocer que se equivoca es darle “una victoria” a otra persona, el terco cree que los demás los quieren humillar. No soporta la idea de que otros le ganen una disputa. Si uno tiene que hablar con una persona terca, se le debe mostrar que no buscamos humillarlo ni hacerlo sentir mal. Aunque parezca que le estamos hablando a un niño, si no le mostramos esto, será muy difícil que acepte.
3- La persona terca, gusta que las cosas se hagan a su modo y no acepta que alguien más de su opinión si no es igual a la de él. La persona terca le gusta el halago, pero recibir críticas le hace reaccionar de forma brusca. La persona terca mescla sus argumentos con ofensas personales.
4- Una persona terca puede ser muy toxica y a la larga puede ser perjudicial no solo para el trabajo, si no hasta para la salud propia. Dependiendo del nivel de terquedad de la persona debemos calcular si podemos continuar con esa relación o si debemos poner tierra de por medio.
5- La terquedad se puede pegar. Convivir con una persona terca nos puede volver tercos. Las discusiones con una persona terca, desarrolla nuestra predisposición a discutir y buscar el pleito. A imponer nuestras ideas. Nos hace peleoneros. Nos acostumbramos a pelear. Y esto puede afectar nuestras relaciones con otras personas. Ese es el peligro de estar mucho tiempo con una persona terca.